Venía yo esta mañana por mi camino se siempre , corredera alta corredera baja, cuando distraido, al atravesar la calle, siento un rumor que por poco me deja de caer; hago así para contener el caballo, lo cual que el animal se espanta al sentir el meneón que le di para que no me atropellara, y es claro, el coche da un reculón y el cochero me dijo : ¡Morral! , me dió con la fusta y salió a escape, pero no tan a escape que yo no viera quien iba dentro del coche. ¿Sabe Vd. Seña Rita quien iba dentro del coche? ¡la Susana! y que no iba sola, iba con ella un hombre . No sé si guapo o feo, tuerto o derecho, joven o viejo , eso no lo sé , pero que no iba sola , eso sí que lo sé .Lo sentí sentado encima de mis pulmones como queriéndome quitar el aire para poder respirar . Salí detrás del coche, atropellé a una criatura , me ladró un perro, me quiso detener un guardia y hasta que lleno de furor y fiero de coraje me caí junto a San Martín de bruces que no sé como no me rompí las narices. Vino el guardia, me preguntó que porqué corría, yo le dije la verdad, toda la verdad, como la dicen los hombres de bien . Y el guardia me creyó, y en vez de llevarme a la prevención , hasta me dió un vaso de agua con anís de la taberna de la esquina. El guardia tuvo mejor corazón que la chulapa de barrio baldío que se llevó mi honra con otro para tirarla por la ventanilla de una calesa al fango de la carretera. Así es Seña Rita , que ahora dígame Vd. si es qu e tengo o no tengo yo rezón para que este año sea soná la verbena de la Paloma . .
. Julián ¡que tienes madre !
Ya lo sé Seña Rita ¡ No me lo repita !
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